Érase una vez, en un pequeño pueblo junto al mar, vivía un niño llamado Iñaki. Iñaki era un niño especial, con cabello rizado negro y ojos alegres. Lo que lo hacía aún más especial era que no podía ver como los demás niños. Sin embargo, Iñaki entendía su mundo a través de la vista, como nadie más podía hacerlo. Tenía una imaginación desbordante y podía ver colores brillantes en su mente y formas mágicas en todas partes.
El padre de Iñaki, Ignacio, era un hombre inquieto y curioso. Le encantaba aprender nuevas cosas cada día y disfrutaba de la belleza del arte, el vino y los viajes. Un día, Ignacio llevó a Iñaki al acuario de la ciudad. Iñaki podía oír el sonido del agua y la música suave que llenaba el ambiente mientras caminaban por los pasillos. Aunque no podía ver las criaturas marinas, podía imaginarlas con detalle en su mente.

Mientras Iñaki y su padre exploraban el acuario, Iñaki escuchó un sonido mágico que se destacaba entre los demás. Era un canto suave y melodioso que parecía venir de lo más profundo del océano. Sin pensarlo dos veces, Iñaki corrió hacia el sonido, guiado por su imaginación y curiosidad.
Cuando Iñaki llegó a la gran piscina central del acuario, vio algo asombroso. Nadando majestuosamente en el agua brillante había una enorme ballena azul llamada Marina. Sus ojos amables y su canto melodioso llenaban el corazón de Iñaki de alegría. Aunque no podía verla con sus ojos, podía sentir su presencia y sabía que Marina era especial.
Intrigado por el canto de Marina, Iñaki se acercó a la ballena y comenzó a hablarle suavemente. "Hola, Marina. Soy Iñaki. Aunque no puedo verte, puedo sentir tu dulce canto. Eres increíble". La ballena parecía entender las palabras de Iñaki y nadó más cerca, como si quisiera estar cerca de él.
Ignacio, que había estado observando a Iñaki con asombro, se acercó a su hijo y le preguntó: "¿Qué estás haciendo, Iñaki?" Iñaki respondió emocionado: "Papá, Marina puede comunicarse con su canto. ¡Puedo sentirlo en mi corazón! Quiero hacer algo especial para ella, para que sea feliz".

Ignacio sonrió y dijo: "Eso suena maravilloso, Iñaki. Hagamos algo juntos para alegrar el día de Marina". Juntos, Iñaki e Ignacio pasaron horas imaginando y planeando una sorpresa para la ballena cantante.
Al día siguiente, Iñaki e Ignacio regresaron al acuario, esta vez llevando con ellos un gran cuadro lleno de colores brillantes. Iñaki había imaginado una pintura que representaba el océano y todas las criaturas marinas de una manera mágica y vibrante. Quería que Marina pudiera "ver" el mundo a través de la pintura.
Cuando llegaron a la piscina de Marina, Iñaki levantó el cuadro frente a ella y le dijo: "Marina, esto es para ti. Es un regalo para que puedas ver el mundo a través de mis ojos". La ballena parecía sonreír mientras observaba la pintura y escuchaba las palabras de Iñaki.
Desde ese día, Iñaki e Ignacio visitaban a Marina todos los días. Hablaban con ella, le contaban historias y le mostraban nuevas pinturas llenas de colores y formas mágicas. Marina siempre respondía con su dulce canto, y Iñaki podía sentir su alegría y gratitud.

Con el tiempo, el canto de Marina se volvió aún más hermoso y fuerte. Sus notas llenaban el acuario y llegaban a oídos de todos los visitantes. La gente decía que el canto de Marina era la melodía más hermosa que habían escuchado jamás.
Iñaki e Ignacio se sentían felices y orgullosos de haber encontrado a Marina y de haber compartido su amor y creatividad con ella. Juntos, habían descubierto el misterio de la ballena cantante y habían dado a Marina un regalo que duraría para siempre.
Y así, la historia de Iñaki, Ignacio y Marina se convirtió en una leyenda en el pueblo junto al mar. La gente todavía visita el acuario para escuchar el canto de Marina y ver las pinturas mágicas de Iñaki. Y aunque Iñaki no podía ver con sus ojos, siempre supo que el verdadero mundo estaba en su imaginación y en su corazón.
Y así, Iñaki se durmió esa noche, soñando con ballenas cantantes y océanos llenos de colores mágicos. Sabía que, aunque no podía ver como los demás niños, su mundo era aún más hermoso y lleno de maravillas.

